Desde la mirada de las Constelaciones Familiares, el movimiento de la vida dentro de un sistema está guiado por órdenes que buscan el equilibrio, el amor y la pertenencia. Uno de esos movimientos fundamentales es el de tomar lo que nos ha sido dado, especialmente de nuestros padres. Sin embargo, muchas veces confundimos ese tomar con recibir pasivamente, y allí es donde comienzan muchos bloqueos.
En este artículo, vamos a explorar la diferencia entre tomar y recibir, por qué es tan importante comprenderla y cómo influye en nuestra vida personal, nuestras relaciones y nuestros proyectos.
¿Qué significa recibir?
Recibir, en términos cotidianos, suele asociarse a una actitud más bien pasiva: algo llega a mí y yo, sin esfuerzo, lo acepto (o no). Podemos recibir un regalo, una caricia, una ayuda. Pero en el contexto de lo sistémico, recibir no siempre implica una verdadera apertura interior.
Podemos estar “recibiendo” desde el lugar del merecimiento, la comodidad o incluso desde la necesidad. Y muchas veces, lo que recibimos no lo integramos realmente. Se queda en la superficie. Nos llega, pero no transforma.
¿Qué es tomar?
Tomar, en cambio, implica un acto activo y consciente. No es esperar a que me den, sino ir hacia lo que me fue dado con una actitud de apertura, gratitud y humildad. Tomar es un movimiento interno, profundo, donde acepto todo tal como fue, sin juicio ni reclamo.
En Constelaciones Familiares, se dice que “cuando tomamos a nuestros padres, tomamos la vida”. Esto no significa estar de acuerdo con todo lo que hicieron o no hicieron, sino honrar el hecho de que a través de ellos la vida llegó a nosotros. Tomar implica asumir lo recibido con amor y responsabilidad.
La diferencia que cambia todo
La gran diferencia entre tomar y recibir es que tomar implica un movimiento hacia adentro que transforma, mientras que recibir puede quedarse en un plano superficial.
Un ejemplo claro: muchas veces creemos que ya sanamos el vínculo con nuestros padres porque pensamos que “ya hicimos las paces” o que “ya lo hablamos”. Pero en constelaciones familiares vemos que la verdadera sanación no pasa por justificar ni por cerrar en la mente, sino por tomar a mamá y a papá tal como son o fueron. Aceptar profundamente lo que pudieron y no pudieron dar, sin querer cambiarlos ni esperar más. Ese acto nos ubica en nuestro lugar de hijos y nos permite avanzar más livianos por la vida.
¿Por qué cuesta tanto tomar?
Porque tomar implica rendirse a algo más grande: a la historia familiar, a los destinos difíciles, a lo que no pudimos cambiar. Implica mirar con amor lo que fue, sin querer modificarlo.
Muchas veces, por fidelidad a algún miembro excluido, por dolor, por rabia o por lealtades invisibles, nos cerramos a tomar. Nos quedamos en el lugar del reclamo, o esperando que las cosas sean distintas. Y ahí es donde la vida no fluye. Nos sentimos estancados, carentes o repitiendo historias que no entendemos.
El impacto de tomar verdaderamente
Cuando tomamos a nuestros padres tal como son, con todo lo que hubo y lo que faltó, nos posicionamos como adultos frente a la vida. Dejamos de buscar fuera lo que solo puede completarse dentro.
Tomar nos da fuerza, nos permite avanzar, soltar lo que no nos corresponde y dejar de cargar mochilas que no son nuestras. Tomar a mamá nos conecta con el vínculo, la nutrición emocional, la abundancia. Tomar a papá nos conecta con la dirección, la fuerza, el orden. Ambos son pilares esenciales para habitar una vida en equilibrio.
Tomar también lo difícil
Otro matiz importante: tomar no solo implica tomar lo bueno. También es tomar lo difícil, lo doloroso, lo que rechazamos. Solo cuando podemos mirar esas partes sin juicio, se libera la energía que estaba atrapada. Tomar todo tal como fue, incluso el dolor, permite dejar de resistir y empezar a vivir desde un lugar más auténtico y presente.
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